Manuel Moya Cobo (1902 - 1974)






MANUEL MOYA COBO (Jaén, 30 de diciembre de 1902 – Jaén, 1 de diciembre de 1974)

Su padre José Moya Calvache (1865-1926), maestro, y su madre Trinidad Cobo Guzmán (1867-1939), que tuvieron a Rita, Ana, Trinidad, María Josefa, José Gregorio, Manuel, Antonio y Rosario. Manuel nace en calle Mesa y se bautiza en la parroquia de San Ildefonso por el presbítero José María Llauder.

El colegio Los Ángeles fue fundado por José Moya Calvache en 1888. Inicialmente estuvo en la calle Hurtado, 16, pasó a la calle Mesa, trasladándose finalmente, en julio de 1923, al número dos del callejón de San Eufrasio, donde pudo organizarse con mayor amplitud distribuyendo las clases en tres grados –párvulos, elemental y superior- e incluso abriendo una sección para señoritas atendida por Cristobalina Moya Calvache, hermana del director.

El hijo, Manuel Moya termina la carrera de Magisterio a los dieciocho años, carrera que elige por consejo de su padre.  Al finalizar la carrera trabaja de escribiente en una notaría donde estuvo dos años. Posteriormente por recomendación de su padre se hace cargo de la clase de párvulos.

En 1926 fallece su padre y asume la dirección del colegio continuando el proyecto pedagógico iniciado por su padre, aunque actualizó el reglamento, adecuándolo a la época:

-          Para matricularse es necesario gozar de buena salud y presentar justificante de estar vacunado y no padecer enfermedad contagiosa, aunque “…si a pesar de este requisito algún alumno se presentase a clase con alguna afección externa como granos, erupciones de la piel, etc., no será admitido y no podrá volver al colegio hasta tanto no desaparezcan las huellas de las mismas…”

-          “…el alumno que no se presente con el aseo debido en el cuerpo y los vestidos, no será admitido en clase hasta que no vuelva aseado…”

-          Los alumnos deberían disponer a su cargo del material escolar necesario “…no permitiéndose a ninguno el dejar útiles de trabajo en el colegio pasadas las horas de clase…”

-          Las clases se ajustaban al horario oficial exigiéndose puntualidad, pues solo se permitía, en casos excepcionales y debidamente justificados, una demora en la incorporación de media hora como máximo y en el caso de acumular faltas superiores a un mes, causaba baja en la matrícula.

-          Los padres debían seguir responsablemente los progresos educativos de sus hijos, para lo cual el primer día de cada mes se les haría llegar un boletín en que constarían “…de manera justa e imparcial las calificaciones y comportamiento merecidos, así como las faltas de asistencia…”.

-          Para estimular la aplicación y buen comportamiento a los alumnos se les concedería “puntos”, debidamente consignados en una tarjeta. El que a lo largo del mes reuniese un total de cuarenta, sería premiado con el regalo de “… un libro de lecturas morales, científicas o históricas, construcciones para trabajos manuales, etc…”.

-          El que obtuviera cien puntos podría elegir un regalo de mayor valor y figuraría en el “cuadro de honor” del Colegio.

-          En este cuadro honorífico también se destacaría a los alumnos “…que tanto en clase como fuera de ella diesen mejores pruebas de compañerismo y ejemplos de moralidad, cortesía y buenas costumbres…”. En la concesión de estos galardones tendrían voz y voto los compañeros de la clase.

-          Los alumnos que por su desaplicación o faltas de respeto fuesen reiteradamente amonestados quedarían retenidos en el colegio hasta una hora después de la salida de sus compañeros. Y de persistir en su actitud podrían ser expulsados.

-          Caso de desear mayor información por parte de los padres o tutores “…las visitas al director del Colegio serán breves y en horas que no interrumpan la labor escolar…”

En este plan las enseñanzas seguían estando graduadas en los niveles de párvulos, elemental y superior, admitiéndose alumnos entre los cinco y los catorce años. Por los años cincuenta la mensualidad que abonaba cada alumno era de treinta pesetas, unos 0,18 céntimos de euro.

Se casa el 20 de octubre de 1931 con Pilar Porres Lacoma (1904-2001),

En 1960 una trombosis que limita la capacidad física de Manuel, por lo que se hace cargo del colegio su hijo José Moya Porres (1932-2002). El colegio cerraría finalmente sus puertas en marzo de 1974.

Cuarenta y tres años de docencia, siendo los comentarios de sus antiguos alumnos variopintos, desde los que lo recuerdan como un profesor “malvado al que le gustaba dar palmetazos” y otros como quien “supo limar y sembrar inquietudes”.

Calle maestro Manuel Moya: Distrito Sur - Barrio San Sebastián

Enlaces en la Red:

1.       http://www.expiracionjaen.net/images/PDFBoletines-Regnavit/pdfboletines/Expiracion63WEB.pdf  "El colegio de Los Ángeles" Manuel López Pérez

2.       http://pacovargas.eresmas.net/semblanza_de_mi_hermano.htm “Semblanza de mi hermano” José Villar Rodríguez

3.       http://infocatolica.com/blog/elolivo.php/1304290715-cumplo-cuarenta-anos-de-cura “Cumplo cuarenta años de cura” Tomás de la Torre Lendínez

4.       http://lacuartaespanadel36.com/Cuarta.pdf  “La cuarta España del 36” Joaquín Fernández  Fernández


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