Manuel Basulto Jiménez (1869 - 1936)
MANUEL BASULTO JIMÉNEZ (Adanero, Ávila, 17 de mayo de 1869 - El Pozo del tío Raimundo, Madrid, 12 de agosto de 1936)
Clérigo, obispo de Lugo (1909-19) y de Jaén (1919-36), considerado mártir y beato por la Iglesia católica.
Fue uno de los trece obispos asesinados en la zona republicana durante la Guerra Civil Española, víctima de la persecución religiosa
y política. Fue también senador por
designación en 1916.
Hijo de un molinero. Cursa sus estudios eclesiásticos en el
Seminario abulense, donde fue profesor de Latinidad antes de ordenarse. En 1893
se licencia en Teología en Salamanca y luego se licencia en Derecho en la
Universidad de Valladolid. Se ordena presbítero en 1892 comenzando su tarea
pastoral en la parroquia de Narros del Puerto. Pronto pasa a la parroquia de
Santo Tomás, de Ávila, tarea que compagina con la de profesor de Metafísica en
el Seminario, hasta 1897. Con veintiocho años obtuvo por oposición la canonjía
Magistral –predicador propio- de la
Catedral de León, de donde pasa como canónigo Lectoral –teólogo del cabildo- a
la Catedral de Madrid, en cuyo seminario desempeña varias cátedras. En 1909 es elegido obispo
de Lugo; su actividad pastoral en Lugo
es muy fructífera, realizando dos visitas completas a la diócesis e impulsando
numerosas iniciativas. Es consagrado el 16 de enero de 1910 por el nuncio Antonio
Cardenal Vico en la iglesia de los
paúles de Madrid. En 1916 es nombrado senador.
La Diócesis de Jaén llevaba
por entonces varios años en una especial situación, debido a la enfermedad de
su obispo Juan Manuel Sanz y Saravia (1909-1919), quien como consecuencia
de una hemiplejia sufrida en 1916 que le dejó imposibilitado, se retiró a
Sevilla, por lo que se designó como “Obispo Administrador Apostólico” a Fray
Plácido Ángel Rey Lemos, que rigió interinamente los destinos de la diócesis.
Deseando resolver esta situación, la Santa Sede preconizó obispo de Jaén a Manuel Basulto el 18 de diciembre de 1919 y a su vez se designó obispo de Lugo
a Fray Plácido. En 1919 Benedicto XV lo nombró obispo de Jaén,
diócesis de la que tomó posesión por poderes el 14 de junio de 1920, celebrando
su primera misa el 29 de junio.
El 27 de junio de 1920, Manuel Basulto hace su entrada en
Jaén, tomando como lema episcopal de su pontificado el teresiano “Quien a Dios
tiene, nada le falta”. Una de sus más constantes preocupaciones fue la
finalización, entre los años de 1927 a 1930, del ala izquierda del edificio del
Seminario, institución que reorganiza y potencia situando en Jaén los cursos de
Filosofía y Teología y dejando en Baeza los de Latín y Humanidades.
Profundamente mariano, impulsa la conmemoración del VII Centenario de la
aparición de la Virgen de la Cabeza en 1927 y es alma de la coronación
canónica de la Virgen de la Capilla en 1930.
Manuel Basulto siempre
manifestó un especial afecto por la Cofradía del Cristo de la Expiración. En 1º
de junio de 1925 y 28 de mayo de 1928 autoriza la renovación de Estatutos.
Concede el Imprimátur al librito con el ritual del Septenario dispuesto e
impreso en 1928. En los septenarios de 1927 y 1928 predica la Séptima Palabra.
Autoriza novedosas modificaciones en el cortejo procesional. Y en los
complicados años 1931-1936 ofrece su consejo y opinión sobre cómo
debería procederse respecto a la salida procesional.
La preocupante situación
política vivida a partir de 1931 con frecuentes ataques al clero y a los
templos de la diócesis, le hizo afrontar serias preocupaciones, si
bien trabajó con suma delicadeza para mantener fluidas relaciones con la
autoridad civil. Entre sus últimas satisfacciones estuvo la celebración, en
1935 de su Jubileo Episcopal.
El 18 de julio de 1936 estaban concentradas en la capital las
fuerzas de la Guardia Civil de toda la provincia, al mando del teniente coronel
Pablo Iglesias Martínez, el cual no hizo ninguna tentativa para alzarse, lo que
facilitó el triunfo del Frente Popular, que tenía su sede cerca de las dependencias traseras del Palacio Episcopal. Vivió
la inquietud de los primeros disturbios y tuvo que proveer con discreción, al entierro de los religiosos claretianos asesinados en el convento
de la Merced el día 20 de julio. Ante lo delicado de la situación y la crítica
localización del Palacio Episcopal que empezaba a ser objeto de la
animadversión de las gentes, algunas personas amigas le invitaron a refugiarse
y ocultarse entre ellas, algo a lo que no accedió alegando que “el pastor nunca
debe abandonar las ovejas”. El propio gobernador civil intervino para aconsejar
y facilitar su marcha a Ávila, donde podría salvar su vida. Estas gestiones las
hizo el gobernador civil en reiteradas ocasiones a través de sacerdotes o él
mismo por teléfono, pero Manuel Basulto rechazó tales gestiones de forma tajante
pues prefería quedar al lado de sus feligreses, corriendo sus mismos riesgos.
Los elementos más exaltados del Frente Popular se lanzaron a la
calle dispuestos a barrer los focos facciosos. Primero se dirigieron al
palacio episcopal, reclamando a voces las armas que suponían existían en el
interior. Cuando estaban intentando descerrajar las puertas a culatazos, el
obispo se las abrió de par en par, comprobando las turbas que allí no había
armas, pero prometieron volver.
En la mañana del 2 de agosto los dirigentes comunistas Nemesio
Pozuelo y José Aroca entraron en el palacio episcopal, invadieron el Obispado
con hachas y palos, preguntando: "¿Dónde está el obispo? Porque le vamos a
dar un tiro" y con la intención de izar la bandera roja en el balcón de la
fachada. Realizado este cometido, manifestaron a Manuel Basulto que abandonara
el local, al que ellos tenían asignado un nuevo destino. Los milicianos
entraron en el obispado buscando armas que lógicamente no encontraron, pero sí
encontraron algunos títulos del tesoro, que correspondían a la Delegación de
Fundaciones y Capellanías que había en el obispado para atender las necesidades
de clero y conventos. En compañía de sus familiares -su hermana Teresa Basulto
y el esposo de esta, Mariano Martín- así como el deán de la catedral, Félix
Pérez Portela –secretario y paisano del obispo-, fueron conducidos a los bajos
del palacio, siendo custodiados por milicianos. Se formó una comisión del
Frente Popular, presidida por el alcalde, José Campos Perabá, para detener al obispo. Cuando fue a ser trasladado el obispo a la catedral, que hacía de
cárcel, pidió subir a la capilla para consumir el Santísimo Sacramento, el jefe
de los milicianos se negó y comenzó a blasfemar. A las 11 de la noche, el obispo fue llevado a la catedral, acompañado del vicario general, Félix Pérez
Portela. Al día siguiente la radio difundía la mentira que el obispo de Jaén
había sido sorprendido cuando intentaba huir con nueve millones de pesetas.
Por la tarde recibió la visita del profesor izquierdista de la Escuela
Normal Pasagalli, el cual le hizo saber al obispo que debía despojarse de la
sotana para ser conducido a la catedral en condición de detenido. Como sea que
en la catedral había más de 1.200 presos, la situación se hizo insostenible, lo
que determinó el que se dirigieran a las autoridades para proceder a un
traslado de reclusos a la cárcel de Alcalá de Henares, saliendo la primera
expedición el 10 de agosto.
Manuel Basulto estaba
encerrado con su familia en la primera sala denominada “la Fábrica”, al inicio
de la nave de la Epístola de la catedral, entrando a la derecha; le acompañaban
su hermana y cuñado y el Vicario general, Félix. Amigos le
proporcionaron un colchón y con la colaboración de un joven, una
familia que le tenía en gran aprecio le hacía llegar comida. En su
forzado aislamiento, Manuel Basulto apenas pudo mantener contacto con el
resto de los reclusos y menos aún con sus sacerdotes. Con todo, tuvo noticia de los primeros desmanes cometidos contra los templos y clero por toda
la provincia y el dolor de saber de la llegada a la prisión de muchos
sacerdotes, algunos heridos y maltratados. También pudo despedirse
con un emocionado abrazo del fiel pertiguero del templo catedralicio Manuel
Peragón Hermoso, quien se había negado a entregar las llaves de las
dependencias catedralicias “mientras no se lo mandara su obispo”. En aquellos
días de prisión, estuvo atento a los problemas de gobierno, encomendando a uno
de los sacerdotes allí detenidos (Juan Montijano, que luego narrará todo lo
ocurrido) que transmitiera a Juan Aragón su nombramiento como gobernador
eclesiástico, por lo que pudiera pasar.
Ante el temor de un anunciado asalto a las prisiones, de lo que hubo trágico
aviso en la prisión de Úbeda donde se asesinó a todos los reclusos, el Gobierno
Civil junto con el Director general de prisiones, Pedro Villar, ordena que se
haga un traslado de presos desde la Catedral de Jaén hasta Alcalá de Henares.
En la catedral los presos estaban hacinados en un número que superaba toda
posibilidad de pervivencia. Se organizan dos traslados en dos noches sucesivas:
el 11 y 12 de agosto de 1936. El total de presos que se sacan de la catedral
fue de 325 en la primera noche y 300 en la segunda. Narra el sacerdote Juan Montijano estos dos viajes. Los prisioneros
trasladados en la primera noche también sufrieron vejaciones en el camino y
once de ellos, dos de los cuales eran sacerdotes, fueron asesinados en el trayecto.
En la mañana del día 11 se le fue pasa al obispo una confidencia,
haciéndole saber que su nombre y el de sus familiares figuraban en lista para
aquella noche en el segundo tren que iba a salir con el mismo destino. Fueron
unas trescientas personas las que fueron materialmente prensadas dentro del
tren.
El jefe de estación de Santa Catalina, inmediata a la de Atocha,
Luis López Muñoz, testigo presencial, hizo la siguiente declaración una vez
finalizada la contienda: “Cuando hacia las doce del día 12 de agosto llegó
el tren a la estación de Santa Catalina, grandes grupos de mozalbetes armados
lo esperaban y comenzaban a dar gritos de alegría, pidiendo que se les
entregaran los prisioneros. Entonces se presentaron dos camiones de guardias
civiles y de Asalto, que intentaron conducir el tren hasta Alcalá de Henares;
pero el populacho se opuso. Se llamó por teléfono al ministerio de la
Gobernación y a la Dirección de la Guardia Civil consultando el caso; como las
órdenes no eran muy concretas, se puso al aparato un individuo llamado
Arellano, que, según parece, era el jefe de los libertarios, y tuteando al
ministro de la Gobernación, Casares Quiroga, le dijo que, si no les entregaban
los prisioneros, matarían a los guardias. Contestación del ministro:”Si es la
voluntad del pueblo, que se los entreguen”.
Los guardias se retiraron, dejando el tren abandonado y en poder
de la turba, que le hicieron andar por la vía de Vallecas. Antes de
llegar a este pueblo, en un sitio llamado Caseta del tío Raimundo, detuvieron
el tren, siendo aproximadamente las tres de la tarde. Allí fueron haciendo
bajar a los prisioneros en grupos de veinticinco sobre el repecho de un paraje
y los fusilaron con tres ametralladoras apostadas frente por frente a muy pocos
metros sin indagar sus personas ni delitos. Hay tristes escenas de padres, que
presencian la muerte de sus hijos y viceversa. El obispo de Jaén, Manuel Basulto, cae de rodillas exclamando:
-Perdona, Señor, mis pecados y perdona también a mis asesinos.
-Esto es una infamia, exclama su hermana Teresa, yo soy una pobre mujer.
-No te
apures, se le contesta, a ti te matará una mujer. Y acto seguido, se adelanta
una desgreñada miliciana llamada Josefa Coso "La Pecosa", que la
sacrifica allí mismo a sangre fría.
Cuando faltaban unos cuarenta, se adelanta
del grupo Leocadio, joven de 19 años, y, encarándose con el jefe de milicias,
le dice que él responde con su vida de todos los del grupo remanente. Y ¡oh
prodigio! El feroz mandamás suspende las ejecuciones amenazándole:
-¡Ay de ti,
si me engañas! Llevad a éstos a Vallecas y que demuestren su inocencia.
Hasta
aquí el relato de lo sucedido por el testigo.
El que mató al obispo declara que lo hizo “disparando una
escopeta cargada de plomo a una distancia de metro y medio”.
Dos de los supervivientes, Jacobo Navarro y Leocadio Moreno,
dijeron que el obispo cayó de rodillas, exclamando: “Perdona, Señor, mis pecados y perdona también a mis asesinos”.
Terminada la masacre, fueron sepultados en las fosas comunes, y allí
también el obispo. Las noticias llegaron a Jaén y poco a poco se fue sabiendo
toda la verdad y la magnitud de la masacre. Todos reconocían que Manuel
Basulto había muerto por ser obispo y defender a Cristo y a la Iglesia.
Terminada la guerra, se exhumaron los restos y el cadáver de Manuel Basulto fue
identificado por una prótesis dental y algún signo episcopal. En un tren
funerario partieron los restos de todos hacia Jaén. El 11 de marzo de 1940
fueron recibidos en la capital del Santo Reino.
Se encuentra enterrado en la cripta de la iglesia del Sagrario
de la Catedral de Jaén.
El 21 de junio de 2010 la Congregación para las
Causas de los Santos aprobó
el carácter martirial de la muerte del obispo y sus cinco compañeros de
martirio. Su muerte ha sido valorada por los teólogos vaticanos como un
verdadero martirio porque la actuación de quienes intervinieron fue claramente
"in odium fidei". El obispo fue detenido publicándose calumnias
contra él: Que se iba a escapar con nueve millones; se le impidió ir a la
capilla para consumir el Santísimo Sacramento, dándole como respuesta las voces
de unas blasfemias; pasó por la nave de la catedral bendiciendo camino del
martirio y también en esos momentos recibe las burlas de los milicianos; en el
camino del tren pidieron la cabeza del obispo en Alcázar de San Juan y Vallecas
y en otras estaciones del trayecto. Por otro lado, los testigos refieren la
serenidad de Manuel en tales momentos y la aceptación cuando le dan la
noticia de que va a ser trasladado a aquel tren que le llevaría a la muerte:
"Todo sea por Dios" dijo serenamente.
Fue beatificado el 13 de octubre de 2013 en una ceremonia conjunto junto a otros 254 mártires.
Calle Obispo Basulto: Distrito Oeste - Barrio Peñamefécit
Enlaces en la Red:
3. http://hispaniamartyr.org/Martires/12_8_Basulto.pdf “Fusilamiento de Mons. Manuel Basulto, obispo
de Jaén” Jorge López Teulón
4. http://www.hispaniamartyr.org/Martires/Basulto%20Crist.pdf “El Beato Manuel Basulto Jiménez, buen Pastor
que dio su vida por sus ovejas”
5. http://www.martiresdeparacuellos.com/tren_jaen.htm “Tren de Jaén”
6. http://hagiopedia.blogspot.com.es/2014/08/beatos-manuel-basulto-jimenez-y-5.html "Beatos Manuel Basulto Jiménez y 5
compañeros. m. 1936”
7. http://diocesisdeavila.blogspot.com.es/2013/09/el-rincon-de-la-santidad-iii-mons.html “El rincón de la santidad (III): Mons. Manuel
Basulto, obispo de Jaén”
9. http://www.expiracionjaen.net/images/PDFBoletinesRegnavit/pdfboletines/expiracion62web.pdf “Don Manuel Basulto Jiménez Obispo y Mártir
1869-1936” Manuel López Pérez
10. http://www.meridianocatolico.es/basulto.htm “Basulto Jiménez, Manuel. Obispo de Jaén”
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