Juan Valdés Leal (1622 - 1690)




JUAN VALDÉS LEAL (Sevilla, 4 de mayo de 1622 - Sevilla, 15 de octubre de 1690)
Pintor barroco.
Hijo de Fernando de Nisa, o Niza, natural de Torres Nuevas (Portugal), cuyo oficio se desconoce, y de Antonia Valdés, sevillana, hija de Bartolomé Díaz e Inés Leal, fue bautizado el 4 de mayo de 1622 en la parroquia de San Esteban de Sevilla. Se trasladó con su familia a Córdoba, quizá tras completar el aprendizaje del oficio en el taller de Francisco de Herrera el Viejo, y completarse en Córdoba en el de Antonio del Castillo.
En 1647, cerca de cumplir los 25 años contrajo matrimonio en Córdoba con Isabel Martínez de Morales, también llamada Carrasquilla y que fue pintora al óleo. El padre de la novia, Pedro Morales de la Cruz, maestro cuchillero. El matrimonio se instaló en la calle de la Feria, en la casa con taller que tenía arrendada desde mayo, cerca de la casa de sus suegros. En 1647 se documenta el primer contrato de obra para la ejecución de doce pinturas sobre cobre. Del mismo año el San Andrés de la iglesia de San Francisco de Córdoba. Otra obra temprana: el Arrepentimiento de san Pedro, de la que se conocen al menos tres versiones, la mejor de ellas en la iglesia de San Pedro, en la que contrajo matrimonio
En 1649, año de la peste, abandona Córdoba y en diciembre de 1650 arrienda unas casas en la calle de las Boticas de Sevilla, en la parroquia de Omnium Sanctorum. En la misma collación residían su madre y su padrastro, Pedro de Silva, platero. De 1653 es la Muerte de santa Clara de la serie de la vida de la santa pintada para el convento de las clarisas de Carmona: cuatro grandes lienzos pintados para decorar los muros del presbiterio.
En 1654, de nuevo censado en Córdoba, donde el 26 de diciembre bautizó con el nombre de Luisa Rafaela a su primera hija, a la que educó en la pintura y el grabado. A este momento pertenece la conocida Virgen de los plateros. De 1654, la Inmaculada Concepción con san Felipe y Santiago el Mayor .
En febrero de 1655 contrata con Pedro Gómez de Cárdenas, comendador del Tesoro de la Orden de Calatrava, caballero Veinticuatro perpetuo de la ciudad de Córdoba y patrono de la iglesia del Carmen Calzado, la pintura de los cuadros de su retablo mayor: Interesantes son también los dos pequeños lienzos con las cabezas cortadas de san Juan Bautista y san Pablo que ha contribuido notablemente a extender la fama de pintor macabro.
El amplio conjunto de obras pintadas para el Monasterio de San Jerónimo de Buenavista (1657), justifica el traslado de la familia a Sevilla donde el 15 de julio de 1656 arrendó una casa en la collación de San Martín, junto a la Alameda de Hércules, donde nace su segunda hija, Eugenia María, bautizada el 13 de septiembre de 1657 en la parroquia de San Martín.
De 1657 se han conservado el retrato del mercedario fray Alonso de Sotomayor, que llegaría a ser obispo de Barcelona, y Los desposorios de la Virgen de la capilla de San José de la Catedral de Sevilla.
En enero de 1658 se dirige al cabildo municipal para que se le eximiese de la realización del obligado examen como maestro pintor, alegando que hacía muchos años que practicaba. El cabildo le concede la licencia y antes de cumplirse los dos años el municipio lo nombró examinador del gremio de pintores. La urgencia para contar con la licencia sería para abrir taller para contratar obras de mayor envergadura y entrar en el negocio de los retablos. Se le atribuyen las labores de dorado del retablo de San Isidoro y de la mitad de la reja de la capilla de las Angustias de la catedral, 1665; de la reja de la capilla de la Concepción grande y de la antesacristía catedralicias, 1666; del retablo mayor del convento de San Antonio, 1667; del retablo mayor del hospital de la Caridad, 1673; del retablo de la capilla de la Piedad en el convento de San Francisco, 1674; y del retablo mayor del convento de San Clemente, 1680.  
En 1658, tomó un aprendiz llamado Juan de Herrera, mozo de dieciocho años natural de Carmona, en marzo de 1661, un segundo aprendiz, Antonio Zamaniego, mayor de dieciséis años, al que siguió en 1663 Francisco Silvestre, huérfano de doce años. Contó además con la colaboración de sus hijos, Luisa, la primogénita, y Lucas, nacido en 1661. Incluso la esposa del pintor, Isabel de Morales o de Carrasquilla, podría haber participado en el negocio familiar.
Con el patrocinio de Luis Federigui, caballero de la Orden de Calatrava y alguacil mayor de Sevilla, Valdés contrató en noviembre de 1659 las pinturas de los retablos de la iglesia de San Benito de Calatrava.
Facilitar a los artistas la práctica del dibujo con modelo vivo para que se perfeccionasen en el estudio del natural es precisamente lo que perseguían las academias sostenidas por pintores y escultores, como la creada en la Casa Lonja de Sevilla en enero de 1660, con Francisco de Herrera el Mozo y Bartolomé Esteban Murillo como copresidentes y Valdés Leal como diputado, encargado de la tesorería. 
En febrero de 1661, año del nacimiento de su hijo Lucas, fue nombrado nuevamente examinador del gremio de pintores; ejercía al mismo tiempo el cargo de mayordomo de la Hermandad de San Lucas, cargo al que renunció en febrero de 1663. El 25 de noviembre de 1663 fue elegido por cuatro años presidente de la Academia.
Era soberbio y altivo, y se dejaba arrastrar por un temperamento violento en oposición al carácter dulce de Murillo. Su relación con otros artistas y con quienes contrata obra fue siempre correcta. 
Los años en torno a la creación de la Academia fueron para Valdés de intenso trabajo. El mismo año de su fundación firmó la llamada Alegoría de la Vanidad y la Alegoría de la salvación, pinturas que invitan a reflexionar sobre la fugacidad de la vida, lo inexorable de la muerte y el Juicio Final.
También firmadas y fechadas en 1660 están dos pequeñas tablas de procedencia desconocida: Las bodas de Caná y La comida en casa de Simón, la Inmaculada Concepción con dos donantes (1661) y la Anunciación  y Cristo disputando con los doctores en el Templo.
En 1661 el cabildo de la catedral de Sevilla le encargó un lienzo de la Imposición de la casulla a san Ildefonso para remate del retablo de la capilla de San Francisco; del mismo año son las distintas versiones del Camino del Calvario. 
De 1663, La flagelación, Jesús condenado a muerte y La crucifixión para los nichos altos exteriores de la capilla del Sagrario de la catedral.
En 1664 Valdés viaja a Madrid para conocer las pinturas de los palacios reales y del Monasterio de El Escorial, y puede explicar algunas afinidades con Francisco Rizi y el conocimiento de la obra de los fresquistas italianos Colonna y Mitelli que se pone de manifiesto en la Apoteosis de la Cruz pintado por Valdés en la iglesia de los Venerables de Sevilla.
En 1665 se completó en el patio de la Casa Profesa de los jesuitas la serie de pinturas de la vida de San Ignacio en la que había trabajado desde 1660.
Nacen sus hijos Lucas (1661), María de la Concepción (1664), que profesaría como monja cisterciense en el monasterio de San Clemente el Real, donde cultivó también la pintura, y Antonia Alfonsa (1667), y en los que, no dudó en contratar obra menor de dorado y policromado para completar los ingresos familiares. Fueron años de intensa actividad, en los que pinta obras importantes como el San Lorenzo de la catedral de Sevilla, la Asunción de la Virgen,Cristo servido por los ángeles. Además, en 1667 se obligó junto con su esposa a dorar el retablo del convento de San Antonio de Padua y a pintar bóveda y muros, y en 1668 contrató el dorado del retablo del Hospital de la Misericordia.
El 3 de marzo de 1671 llegó a Sevilla la noticia de la canonización de Fernando III el Santo.
La Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla, establecida hacia 1578 en la capilla de San Jorge de las Reales Atarazanas, se renovó con el ingreso de Miguel Mañara, elegido hermano mayor en diciembre de 1663. Mañara encarga a Valdés Leal las dos pinturas que debían figurar en el sotocoro, al ingreso de la iglesia: In ictu oculi y Finis gloriae mundique; como en las pinturas del género vanitas, aluden a la banalidad de la vida terrena y a la universalidad de la muerte, pero enlazando aquí con el objeto original de la Hermandad, que era dar sepultura a los ajusticiados e indigentes.
La vinculación de Valdés Leal con la Hermandad, en la que había ingresado en agosto de 1667, llegó hasta la última década de la vida del pintor, en la que trabajó en las pinturas murales al óleo y al temple del presbiterio
Por encargo del arzobispo Ambrosio Ignacio Spínola y Guzmán pintó en 1673 una serie de cuadros de la vida de san Ambrosio para el oratorio privado que el prelado se había hecho construir en el «cuarto bajo» del Palacio Arzobispal de Sevilla.
 De 1673 o 1674 es el apoteósico San Fernando de la catedral de Jaén, de aparatoso aliento barroco; pero también, por los años de su canonización (1671) y de la extensión de su devoción en Sevilla, algunas emotivas representaciones de Santa Rosa de Lima de formato pequeño, como destinadas a la devoción privada. Para 1674 y 1675 los únicos datos documentales disponibles se refieren al encargo del dorado y policromado del retablo mayor de la iglesia del hospital de la Caridad. 
En los últimos años de vida se hizo cargo de importantes ciclos decorativos. En 1680 contrató la hechura del monumento de la parroquial de Santa María de Arcos de la Frontera, y en diciembre los trabajos de pintura y dorado del retablo mayor del Real Monasterio de San Clemente, en el que solo cuatro meses después ingresó como novicia su hija María de la Concepción. En mayo de 1682 contrató con las monjas la pintura de los muros y bóvedas de la iglesia, donde pintó San Fernando entrando en Sevilla, y diversas escenas de la vida de san Clemente, con San Benito y Santa Escolástica y la Lactación de san Bernardo por ser convento de monjas cistercienses. Pero la conclusión de estos trabajos, en los que estuvo ocupado en 1683, se demoró y la mala salud y otras ocupaciones —entre ellas la pintura del monumental lienzo de la Exaltación de la Cruz— limitaron su participación aquí a la ejecución del dibujo previo sobre el muro.
Valdés y su hijo Lucas trabajaron de junio de 1686 a enero de 1688 en las pinturas murales del Hospital de los Venerables.
Estas ocupaciones, que le obligaban a trabajar fuera del taller, pueden explicar el reducido número de obras de caballete fechadas en estos años finales de su carrera. Únicamente dos: la Inmaculada (1682), y Cristo disputando con los doctores en el Templo (1686).
Hay constancia además del encargo de una serie de la vida de la Virgen formada por doce lienzos de los que seis estaban (1686).
El 9 de octubre de 1690, hallándose enfermo, otorgó poder para testar a favor de su esposa, Isabel Carrasquilla. Fue enterrado el 15 de octubre.

Calle Valdés Leal: Distrito Oeste - Barrio Peñamefécit

Enlaces en la Red:

4.       http://www.catedraldejaen.org/noticias/la-capilla-de-san-fernando-recobra-su-aspecto-original/ "La capilla de San Fernando recobra su aspecto original"

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