Manuel Muñoz Garnica (1825 - 1876)




MANUEL MUÑOZ GARNICA (Úbeda, 25 de noviembre de 1825 - Jaén, 14 de febrero de 1876)

Historiador, orador, periodista, teólogo, filósofo, poeta, catedrático y escritor. En otras fuentes su fecha de nacimiento es 21-12-1.821.

Emparentado con los marqueses de Navasequilla y con los condes de Belascoain -que asientan en Jaén durante la reconquista fernandina-. Sus padres Pedro Muñoz Rodríguez (alcalde constitucional de Úbeda, 1.850 y diputado provincial por Úbeda, 1.858) y  Encarnación Garnica de Cózar. 

Estudia en el Seminario de San Felipe Neri de Baeza; siendo seminarista y con catorce años,  su tío carnal Francisco de Paula Muñoz Rodríguez, el 31 de marzo de 1835, lo nombra capellán. Toma los hábitos en 1845 y se traslada a Jaén para hacerse cargo de la dirección del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza, que se inauguró en 1846 y funda el colegio de internos de esta entidad con el propósito de facilitar la enseñanza a los que viven en el campo. En este Instituto conoce a su amigo, Benito García de los Santos, profesor de Historia Natural y estrecho colaborador del filósofo Jaime Balmes. Entra en contacto con el poeta republicano federalista Bernardo López, autor de la célebre Oda al 2 de mayo. 

Muñoz Garnica colabora con Balmes en El Conciliador. Con veinticinco años ya desempeñaba la cátedra de Lógica y publica Manual de Lógica (1846). Se doctora en Sagrada Teología en la Universidad de Granada y en Letras por la Universidad de Madrid.

Canónigo, dignidad de Capitular y Lectoral de la Santa Iglesia Catedral de Jaén (1.852 y 1.866, respectivamente). Cofrade de la Santa Capilla de San Andrés (18-11-1.855). Se alineó con el influyente círculo integrista que rodeaba a Isabel II desde los años del Bienio Progresista.

Es un gran orador sagrado y una prolífica pluma en la prensa del siglo XIX, donde escribió en El Guadalbullón, en el Boletín Oficial del ObispadoEl Anunciador de la Provincia, El Faro de Jaén y La Fe Católica; así como en otros medios de comunicación de fuera de la provincia tales como: El Conciliador de Jaime Balmes; La Sociedad, de José María Quadrado; La Ciudad de Dios, de Ortí y Lara; El Pensamiento de la Nación; La Razón Católica, La España financiado por el duque de Riánsares, esposo de María Cristina de Borbón, La Perseverancia, de Zaragoza; Vida Católica, de Palma de Mallorca y en El Siglo Futuro el órgano integrista de Cándido Nocedal; y por lo tanto de una gran influencia en el clero jaenés. En 1849 escribió un opúsculo Dos palabras sobre las últimas revoluciones, carta dirigida al Excmo. Sr. Marqués de Valdegamas.  

Destacó por sus dotes en oratoria sagrada y fue predicador en la Corte de Isabel II como capellán de honor de la Real Capilla de Palacio. En 1850 fundó El Estudio, una revista que se puede considerar como la Revista del Instituto de Segunda Enseñanza de Jaén. En abril de 1857 pronunció un elocuente sermón en el oficio religioso celebrado en la inauguración del Hospital de la Princesa, en Madrid. Estuvieron presentes los Reyes y la Princesa de Asturias, además del Patriarca de Indias, el ministro de la Gobernación y otros personajes. Menéndez y Pelayo elogió su biografía de San Juan de la Cruz y su Estudio sobre la elocuencia sagrada, dedicada en gran medida a los místicos españoles. 

Fue, además, comendador de las órdenes de Carlos III e Isabel la Católica. Miembro de la Comisión nombrada por el Cabildo catedralicio de Jaén, para acudir al límite de la provincia de Jaén (Las Correderas), junto con el obispo, don Andrés Rosales y Muñoz, a fin de recibir a la reina Isabel II y autoridades, con motivo de su viaje por Andalucía (1-9-1.862). En Cabildo General (19-11-1.871), se le eligió para Gobernador (1.872). Socio de la RSEAPJ (18-1-1.861). Suscritor mensual para aliviar las necesidades de Su Santidad (1.862). Vocal de la Junta Provincial de Instrucción Pública (1.866). Alférez Mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús (el "Abuelo", 1.858-1.864) y Gobernador (1.873-1.876, elegido 4-5-1.873). Caballero de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III. Predicador de S. M. Doctor en Sagrada Teología de la Universidad Central de Madrid. Académico de la misma Facultad de la de Granada, sustituto de Sagrada Escritura de la misma; de la de Ciencias Eclesiásticas de San Isidro de Madrid. Examinador Sinodal del Obispado de Jaén. Catedrático de Lógica en el Seminario de Baeza. Secretario de Comisión de Monumentos Artísticos de Jaén. Ejerció las Cátedras de Lógica y Ética en el Instituto Provincial de Jaén (de la que fue su primer Director, en la que fundó un Colegio de internos en éste) y de Teología en el Seminario

En cuanto a los problemas nacionales, Muñoz Garnica elaboró un ensayo en que trataba de arrojar luz sobre los primeros movimientos revolucionarios en el campo andaluz: El Protestantismo y los Revolucionarios españoles (1861), aquí ponía de manifiesto la subrepticia actividad británica en los asuntos españoles que generaba revoluciones para alterar la paz religiosa y social e impedir la prosperidad de España.

Autor de diversas obras sobre Lógica y Sermones, hemos de destacar con respecto a su tierra: Vida y escritos de D. José Martínez de Mazas, folletón primero en El Anunciador. En colaboración con Francisco López Vizcaino reeditó su Retrato de Jaén. En 1866 se publicaron sus Cinco cartas sobre el origen, aparición y culto de la imagen de Nuestra Señora de la Cabeza, las cuales fueron elogiadas por el propio Fernán Caballero y desde ese año hasta su muerte estuvo ocupado en volver a editar suntuosamente la obra de Argote de Molina: Nobleza de Andalucía, obra que fue saliendo entre 1867 y 1879. Esta última labor le trajo consigo el nombramiento de Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia en 1867, así como de la de Córdoba.

Tras la Revolución de 1868, Muñoz Garnica acompañaría al Excelentísimo Señor D. Antonio Monescillo, Obispo de Jaén, a las Cortes Constituyentes de 1869; la lección de aquella experiencia la condensó en De la moral y el Derecho que incluso se llegó a traducir y publicar en Nápoles y Gante. Opuesto de manera declarada a la unificación de Italia, asunto al que dedicó varios artículos -estuvo al menos dos veces a Roma, una de ellas como consultor teólogo en las sesiones del Concilio Vaticano I en 1869-. Por encargo del entonces Nuncio de Su Santidad, Monseñor Barili, Muñoz Garnica escribió varios artículos publicados en La España (como El Papa y la Guerra ó Los Unitarios italianos para defender la Soberanía Pontificia). La cuestión política siempre fue uno de los temas que le ocuparon, tanto la situación de España como los asuntos extranjeros centraron su atención; desarrollando así una apología del Papado en aquellos años en que las fuerzas del nacionalismo italiano arrebataban los Estados Pontificios al Santo Padre de Roma.
 Su sólida y enciclopédica formación no dio mayores frutos por su fuerte apego a una ortodoxia religiosa intransigente y puritana, que daría lugar a que en 1869 fuera separado de su cátedra por negarse a jurar la Constitución de ese año, "La Gloriosa" que destrona a Isabel II e instaura la I República en España.
 Hostil a los políticos del Sexenio Revolucionario. Como tantos del ala más reaccionaria del moderantismo, tuviese sinceras  simpatías hacia el carlismo. La Esperanza, órgano de los leales a Don Carlos, no dejaba de dedicarle cumplidos. Muñoz Garnica sentía, además, abierta admiración por el tradicionalismo de los vascongados y desaconsejaba la  supresión de sus fueros. También era de su agrado el rechazo a la modernidad que, según sus notas de viaje de 1863, percibió en las Provincias Vascas. Viajó asimismo por tierras de Bretaña.

Su actividad literaria fue enfocándose cada vez más en la dirección de rearmar la contra-revolución española, debido a las circunstancias de su época: en Jaén publicaba el año 1872 una colección de sus sermones bajo el título Sermones varios con motivo de las presentes calamidades; un año después, publica Ilustraciones al poema latino del Obispo Raugerio, folleto en el que, desde el estudio de un tema erudito, vuelve otra vez a reivindicar el poder espiritual y temporal del Papa.

Vive, entre la resignación y el espanto, los años del Bienio Progresista y todo lo acaecido desde 1868.Desde sus libros, desde su capellanía y desde su rincón provinciano de Jaén, no dejó de clamar contra protestantes y liberales a los que consideraba estrecha y siniestramente asociados.

Sin embargo, la obra por la cual alcanzó mayor celebridad fue su San Juan de la Cruz y su siglo, publicada en Bélgica con anterioridad a su edición española, en la que hace una gran aportación a los estudios biográficos de San Juan de la Cruz. Fue el autor de una biografía de San Juan de la Cruz con el título de: San Juan de la Cruz: ensayo histórico (Jaén, 1875).

En El Siglo Futuro se estaban publicando sus textos sobre la Imitación de Cristo y Tomás de Kempis cuando fallece. Enterrado en el Sagrario; en el primer pleno tras su muerte, el ayuntamiento cambió por su nombre el de la Calle Ancha.

Artífice, conjuntamente con Maximiano Fernández del Rincón y Soto-Dávila (obispo de Teruel, Administrador Apostólico de Albarracín y obispo de Guadix-Baza y María de la Concepción Escolano Fenoy (hermana del obispo de Jaén), de la implantación en Jaén de la obra humanitaria de Juana Jugan: las Hermanitas de los Pobres (1.864), fundadas en Francia en 1839, llegaron a Jaén en 1867 gracias a Manuel Muñoz Garnica. El despoblado y conocido como Huerta de la Rosa fue el lugar elegido. Propiedad del esparterista y notario episcopal, Jacinto Nieto del Castillo, tenía su entrada por la calle Los Morales (Millán de Priego). Fue Manuel Muñoz Garnica el que realizó personalmente todas las diligencias para traer a las Hermanitas de los Pobres que habían sido fundadas en Bretaña por Santa Juana Jugan (1792-1879); a tal efecto se desplazó a la Bretaña francesa, donde radicaba la casa matriz de esta institución hospitalaria y, por su visita, se deduce que Muñoz Garnica se entrevista con la Madre Fundadora que en aquellos años todavía vivía y hoy está canonizada.  Y pudo traer a Jaén a las Hermanitas de los Pobres para dar asilo a ancianos sin recursos. Se proyectó  en el ensanche de la ciudad orientándose hacia el ferrocarril. Ricardo Herrera Barrionuevo de Ogayar (1847) casado con Francisca Muñoz Garnica (sobrina de don Manuel) fue el ingeniero autor del mismo. El proyecto se hizo siendo alcalde José Roldan y Marin. Empezaba en la calle que hoy lleva su nombre, anteriormente llamada "calle del Progreso" y terminaba en las puertas del Paseo del Marqués de Casa Loring, en honor de Jorge Loring y Oyarzabal concesionario de la línea Linares  -Puente Genil, hasta que en 1904 tras un nuevo acuerdo del ayuntamiento se le llamó de Alfonso XIII. Expropiaciones laboriosas no pudieron ejecutarse en el tramo de la calle Progreso e hicieron que hoy día el Paseo mantenga la diferencia de anchura actual. 

También a Muñoz Garnica le debemos que se nos conserve en Úbeda el oratorio de San Juan de la Cruz, edificado en la celda donde el santo de Fontiveros pasó a mejor vida, siendo su pretensión la de establecer en este oratorio una fundación de Carmelitas para custodiar el lugar donde San Juan de la Cruz entregó su alma a Dios. Salvó también la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, fundada por Francisco de los Cobos.
 Su figura se ve envuelta en un halo de misterio, suponiéndose que se hallaba entregado a actividades muy poco confesables como, pongamos por caso, la búsqueda del Tesoro de Salomón.  Eslava Galán supone que ciertos documentos que, según el novelista arjonero, revelan la existencia de una sociedad secreta jaenera (ocupada en buscar el Tesoro de Salomón, que los visigodos trajeron y ocultaron bien en Toledo o en Jaén), "fuesen los mismos que Muñoz Garnica ocultó en alguna parte de la catedral en 1868". Muñoz Garnica recibía un pequeño sueldo que solamente le valía para vivir con cierto desahogo. No se le conoce ninguna herencia ni donación que le permitiese aumentar su nivel de vida, pero a pesar de esto, y desde edad temprana, el canónigo dispuso de ingentes cantidades de dinero con un origen desconocido, que le permitieron vivir muy por encima de sus posibilidades.

Una de las principales actividades que requirieron de su ingente fortuna fue la arquitectónica, lo que le llevó a erigir numerosos edificios que sufragó sin aparente esfuerzo.

Mayor fue su atención a la actividad editorial, ya que en un contexto en el que el enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado era cada vez más fuerte, Muñoz Garnica se convirtió en adalid, en uno de los más firmes defensores, de la causa católica y de los partidos conservadores que defendían la primacía e independencia de la Iglesia frente al poder del Estado.

Sufragó numerosas revistas y publicaciones como El Guadalbullón, La Razón Católica y El Siglo Futuro, relacionadas con el partido carlista y neocatólico. Tras su muerte todas estas revistas entraron en quiebra y dejaron de editarse.

En 1868, en vísperas de la revolución liberal, decidió salvar el capital del instituto del que era director, que por aquél entonces estaba formado por la cifra de once mil duros de plata; repartió las monedas en once talegas que quedaron depositadas bajo la sillería del coro de la catedral, y allí quedaron hasta que los ánimos se calmaron.

Si esa fortuna no pudo salir del modesto sueldo del director del instituto donde trabajaba, ni de las escasas rentas territoriales, ¿de dónde procedía el dinero del que hacía gala el canónigo giennense? No lo sabemos. ¿Descubrió información secreta sobre dónde se encontraba la mesa de Salomón? Una de las actividades a las que dedicó más atención fue a la busqueda de unos misteriosos documentos en lengua árabe que contenían una exposición de la liturgia, oraciones y secretos naturales y supersticiones.

Determinados asuntos a los que se aplicó Muñoz Garnica pueden parecer "esotéricos" (y, en un sentido lato, lo son), por ejemplo, el interés que manifestó por la historia del cristianismo (en particular por el asentamiento de éste en Jaén y su despliegue histórico) es uno de los capítulos más "esotéricos".
 
A finales de 1864 llegaba a España el benedictino alemán Pío Bonifacio Gams (Mittelbuch, 1816- Munich, 1892), uno de los más eminentes historiadores eclesiásticos de todos los tiempos, que pasó por Jaén y contactó con Muñoz Garnica. Su proyecto, reconstruir con la pasión científica que solo los alemanes saben poner en algo la Historia de la Iglesia española. Y el resultado de estas andanzas por España del sabio monje alemán florecerían en la monumental Die Kirchengeschichte von Spanien (Historia de la Iglesia en España, en tres volúmenes) o en las Spanische Briefe (Cartas de España). Entre las cuestiones que estos libros abordan se hallan algunas de especial interés para el cristianismo universal: El Apóstol San Pablo en España, la venida y trabajos de los siete discípulos de los Apóstoles en España, la Iglesia de España desde la muerte de los siete apostólicos hasta el principio del siglo IV, la Iglesia de España durante la gran persecución de Diocleciano y Maximiano, el Concilio de Elvira, Osio de Córdoba, la Iglesia de España desde la muerte de Osio hasta la conversión de los visigodos. El ímprobo trabajo del investigador alemán revela que lo que se jugaba era bastante serio: la demostración de la venida de San Pablo a España, entre muchas otras cosas.

La calle a la que nos referimos fue conocida como Calancha o Calle Ancha, calle amplia y luminosa, también como calle Maestra del Arrabal, por su condición de eje director en la urbanización de la zona y desde 1876, en homenaje al canónigo y polígrafo Manuel Muñoz Garnica (1821-1876).

En ella algunas familias hidalgas levantaron sus casas-palacios de los que sobresale la casa de los Marqueses de Navasequilla.

En esta calle tuvo propiedades el pintor de Jaén Sebastián Martínez Domedel en el siglo XVII.

Al inicio de la acera izquierda estuvo hasta 1965, en que fue demolido, el Convento de la Concepción, de las M.M. Dominicas, fundado en 1562. Tenía una iglesia con portada barroca presidida por una imagen de la Inmaculada y una capilla, reproducción de la gruta de Lourdes.

Estuvo el Colegio Oficial de Farmacéuticos, el periódico El Pueblo Católico (1892-1935), más tarde la Casa de Socorro (1958-1961).

En un edificio de traza palaciega, el Consejo Provincial de Agricultura y Ganadería, y luego durante muchos años, el Gobierno Militar.

En el 13 la Casa de Correos, que después fue Colegio de Cristo Rey.
Nunca tuvieron éxito los intentos de cambiarle el nombre, calle del General Riego (1869), calle del doctor Federico del Castillo (1936), ni aún la actual Calle Muñoz Garnica (1976), ya que aún hoy siguen conociéndose como Ancha.

Destacan la Casa de Alfredo Cazabán, el Palacio de los García Quesada, la casa del Peto.

Calle Muñoz Garnica: Distrito Casco Antiguo - Barrio Sagrario

Enlaces en la Red:

1.       http://retablodelavidaantigua.blogspot.com.es/2015/06/apuntes-sobre-munoz-garnica.html “Retablo de la vida antigua. Apuntes sobre Muñoz Garnica” Ángel Aponte Marín
2.       http://elblogdecassia.blogspot.com.es/2015/03/don-manuel-munoz-garnica.html“Un polígrafo de Úbeda:  Omnia in bonum” Manuel Fernández Espinosa
5.       http://www.redjaen.es/francis/?m=c&o=24076 “Calle Muñoz Garnica”
6.       http://www.cronicadigitaldejaen.es/cronica/?m=c&o=118 “Los cronistas oficiales de la provincia de Jaén en la historia (I)
7.       http://www.icajaen.es/contenido/documentos/2011/historiaicajaen/libro.pdf  “Historia del Ilustre Colegio de Abogados de Jaén” Miguel Moreno Jara

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