Teresa de Torres y Portugal (1442 - 1521)






TERESA DE TORRES Y PORTUGAL (Jaén, 1442 - Granada, 1521)

La calle que nos ocupa, en realidad se componía de 3 calles según el plano de la ciudad de 1940: la calle de la Condesa, el callejón de Atienza y la calle de la Muralla. Estuvo ubicado en esta zona el Molino de la Condesa, cerca de la Puerta del Aceituno –en la excavación arqueológica del Teatro Infanta Leonor se encontró una piedra de molino-; un molino harinero que luego se transformaría en molino aceitero y que aprovechaba las aguas remanentes del Raudal de La Magdalena. También existía una tenería donde se curtían cueros. Todas estas instalaciones eran de la esposa del Condestable Iranzo, doña Teresa de Torres y Portugal, Condesa de Villardompardo. Pero, ¿quién era esta señora?

Fue la condesa de Villardompardo. Vive en Jaén, y dada su relación con Isabel I de Castilla, es la mujer más importante y poderosa de la ciudad de Jaén, no sólo como  mujer del Condestable de Castilla, Miguel Lucas de Iranzo, sino también como gobernadora y administradora de la misma ciudad desde el asesinato del Condestable en 1473 hasta 1500.

Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, pero sí que fue la única hija legítima nacida del matrimonio entre Carlos de Torres, IV señor de Villardompardo y heredero del mayorazgo de los Torres de la ciudad de Jaén (descendiente en línea directa de Pedro Ruiz, beneficiado por su actuación en la conquista de la ciudad) y doña Guiomar Carrillo, primogénita de don Gonzalo Mexía Carrillo, señor de Santifomia. Tuvo un hermano bastardo, Carlos de Torres. Para evitar que el mayorazgo recayera sobre éste último, que era varón, primero adoptó el primer apellido paterno, Torres, y lo segundo busca un candidato para su matrimonio que mereciera y justificara la enorme dote que aportaría la novia.

La educación de Teresa se planificó pues para que no se perdiera la independencia del apellido y la transmisión del linaje. Recibió su educación en el convento de clarisas de Jaén –orden franciscana-, por lo que supo leer y escribir. Cuando quedó huérfana de padre, su tío, Juan de Torres, hermano de su padre y tesorero del príncipe don Enrique, fue designado su guardador y tutor, proporcionándole una educación típica de las señoras de la corte: montaba a caballo, conocía los juegos, los bailes y las formas de actuar y vestir de aquellas que estaban situadas en el escalafón más alto junto al príncipe. 

Fue así como el rey Enrique IV y su tesorero acordaron desposar a Miguel Lucas de Iranzo, criado del rey, con doña Teresa de Torres hacía el 1 de noviembre de 1456, cuando el rey llegó a la ciudad de Jaén acompañado de Miguel Lucas. Miguel Lucas volvió a la Corte y Teresa quedó en su Jaén natal. Dos años más tarde, el 25 de marzo de 1458, Enrique IV nombró a Miguel Lucas de Iranzo barón, conde y condestable de Castilla, cargo que estaba vacante desde la muerte de Álvaro de Luna. De esa manera, Teresa de Torres recibiría, a partir de ese momento, el trato de condesa de Castilla. En 1458 moría el hermanastro de Teresa de Torres, y una vez desposada esta con Miguel Lucas de Iranzo, todo el linaje de los Torres aceptó que Teresa controlara, de manera unilateral, el mayorazgo urbano y las propiedades de su familia.

Durante 1458, reside en Mengíbar (Jaén), a donde se había trasladado con su madre huyendo de la peste, entre 1459-1460 traslada su residencia a Bailén (Jaén) a donde de nuevo llega su esposo que ya había decidido instalarse en Jaén.

Gracias a la educación que había recibido pudo desempeñar los nuevos cargos de señora de la ciudad, condesa de Castilla y cabeza de linaje sin tener que depender de su esposo. El matrimonio se instaló definitivamente en la ciudad de Jaén, en un palacio que Miguel Lucas había mandado construir para tal fin, en diciembre de 1460, aunque las velaciones tuvieron lugar en la iglesia de Santa María, en la catedral, el 25 de enero de 1461. 

Teresa era consciente del poder que, a partir de ese momento, poseía. Es ella la que legitima e inserta a su marido en la cúspide de la oligarquía urbana de su ciudad natal.

Teresa mantuvo siempre su independencia familiar, como representante de los Torres, llevando a cabo actos de política “de cámara”, privada, con o sin la presencia de su marido. También mantiene su independencia económica, pues gestionó el patrimonio familiar de su linaje. Esto último no hubiera sido posible si la ciudad de Jaén hubiera admitido la supremacía y el papel despótico del condestable. Sin embargo parece que, por el contrario, la oligarquía giennense veía a doña Teresa como su verdadera aliada, y por tanto, es a ella a la que reconocen como tal.

Cuando a partir de 1462 el condestable tomó Jaén como base de operaciones, al comenzar una campaña militar por territorios nazaríes, Teresa de Torres empezó a realizar una labor de política interna dentro de la ciudad. Su esposo se había enfrentado a los linajes más importantes, algunos de ellos emparentados por vía directa con el linaje y la familia de su mujer, llegando incluso a convertirse en enemigo del obispo de Jaén don Alonso Vázquez, y pasaba la mayor parte del tiempo fuera de la ciudad, delegando sus funciones en criados y vasallos. En su ausencia, Teresa tenía el mismo poder que el condestable dentro de la ciudad, y comenzó a actuar en un plano privado y local, posiblemente en muchas ocasiones a espaldas de su marido, y a desarrollar una verdadera labor de diplomacia con el resto de los sectores oligárquicos de la ciudad que comenzaban a sentirse incómodos por el despotismo que, frente a ellos, estaba empezando a demostrar su marido.

Doña Teresa había estado a punto de morir de parto en más de una ocasión, pero en 1465, llegaría la primera hija del matrimonio, Luisa, que nació el 7 de enero a las 10 horas. Tres años después, en 1468, dos horas antes de que amaneciese, el día 11 de abril, alumbró un hijo varón, Luís. En noviembre de 1469, durante un brote de peste en la ciudad (motivo por el que la familia se había trasladado a los alcázares), y el 8 de enero de 1470 fallece su hija Luisa, tras una crisis de epilepsia. Dos días después traslada su residencia a Andújar (Jaén) hasta junio.

Teresa sigue apareciendo públicamente siempre que se le requiere, ejerciendo el papel de señora de la ciudad. No sabemos cómo vivió esta mujer el asesinato de su esposo, que tuvo lugar en 1473, y la revuelta que tuvo lugar en la ciudad. Sabemos que lo primero que decidió es enterrar a su difunto esposo en la capilla del linaje de Torres, es decir, en la capilla de la Magdalena de la catedral, y no en la de San Lucas, que Miguel había estado utilizando como capilla familiar, para evitar la posible profanación del cadáver si el difunto hubiera sido enterrado en aquella. La otra decisión fue que el mismo día del asesinato de Miguel se fue al castillo llevando a su hijo Luis de Torres consigo, donde se rodeó de aquellos que le eran fieles y que la habían apoyado durante su etapa de mujer de Miguel Lucas. 

Desde los alcázares los aliados de Teresa combatían a diario las guarniciones del castillo viejo, esperando la pacificación de la revuelta popular que se estaba desarrollando en la ciudad, con robos, violaciones y ataques, especialmente desarrollados en la collación de San Ildefonso. Además, la desaparición de la figura del condestable supuso un vacío de poder en la ciudad ya que él había centralizado la mayoría de los cargos que le daban potestad para controlar el Concejo. Por eso, ante la ausencia de otra figura unipersonal de la posición de Miguel esa monopolización fue, paulatinamente, distribuyéndose entre los regidores y caballeros veinticuatro de la ciudad, aunque algunos de ellos no habían destacado, precisamente, por sus relaciones amistosas con el condestable. Dentro del clima de inseguridad existente entre la población el nuevo Concejo se vio obligado a negociar con los hermanos y parientes más próximos de Miguel Lucas de Iranzo admitiéndolos también en el gobierno municipal. Lo mismo ocurrió con las alianzas supralocales ya que el propio Rodrigo Manrique, nombrado condestable en la “Farsa de Ávila” y considerado la mano derecha de la princesa Isabel en Andalucía, también se confederó con los comendadores de Oreja y Montizón y, por tanto, con doña Teresa de Torres. Ese es el momento en el que pudieron haber comenzado las relaciones personales entre Isabel de Castilla y Teresa de Torres, relaciones que seguirían fortaleciéndose durante toda su vida ya que, a partir de entonces, la condesa se convertiría en una firme aliada de la futura reina y en su mano derecha tanto para el gobierno de la propia ciudad de Jaén, y las decisiones y los votos de la misma en Cortes, como en todas aquellas alianzas que se realizaran dentro de ella como lugar de referencia de las expediciones para la conquista del reino nazarí de Granada. 

El 12 de julio de ese mismo año, el Concejo de Jaén recibió como alguacil mayor de la ciudad a Luis de Torres, hijo y heredero de Miguel Lucas no sólo de ese cargo, sino también de las tenencias y alcázares viejo y nuevo de la ciudad. No obstante y como Luis sólo contaba con 5 años de edad, parece que quedaron como sus guardadores los comendadores de Oreja y Montizón, sus tíos, junto con su madre, hasta que cumpliera la edad necesaria para desempeñar los cargos. Para esa fecha doña Teresa ya había cambiado su residencia desde el alcázar a Jaén, quizá  a la antigua casa principal de su linaje, restaurando, de esta manera, la presencia física del linaje en la ciudad y evitando cualquier sospecha que pudiera conllevar el recuerdo de la vida y obras de Miguel. A partir de ese momento, es doña Teresa la que aparece como auténtica “regente” del poder, cargos, derechos y obligaciones de su hijo, mientras los comendadores seguían realizando la mayor parte de su actividad fuera de la propia ciudad de Jaén y apoyando la causa isabelina. 

La guerra no terminó hasta septiembre de 1479, cuando Isabel fue reconocida, tras la firma de los cuatro tratados de Alcaçovas, reina de Castilla por parte de Portugal. En ese intervalo de tiempo, la aliada de la reina en Jaén, Teresa de Torres obtuvo, a cambio de su apoyo y amistad, las más altas cuotas de poder y la libertad para poder ejercer sin ataduras su labor política, tanto dentro como fuera de la ciudad, apoyada, en ambos casos, por Isabel de Castilla, que ya había dejado limpio su honor mediante la carta de perdón. De hecho, a partir de 1475 comenzaron a emitirse cartas reales a favor de la condesa Teresa de Torres por las que se le reconocían, tanto a ella como a su hijo, prácticamente todos los privilegios, mercedes y cargos que había ejercido Miguel Lucas. Mediante una carta fechada en Segovia a 15 de febrero de 1475 los Reyes le aseguraban que recibiría las mismas mercedes que se le otorgarían al resto de los nobles del reino. No obstante, y como el heredero del mayorazgo no estaba aún en edad para desempeñar sus cargos, ni estaban presente en la ciudad sus tíos y guardadores, involucrados en la guerra civil, fue Teresa de Torres, su madre, la que mediante pactos con las demás familias de la oligarquía giennense ejerció, de facto, ese poder.

Los monarcas, en una carta fechada en Sevilla el 15 de febrero de 1478 concedían un “perdón general” a la condesa Teresa de Torres, a su hijo Luis de Torres, “y a otros” por los delitos cometidos en Jaén, Baeza, Andújar y sus tierras cuando Miguel Lucas las gobernaba por Enrique IV. Este perdón comprende desde el año 1465, año en que Pedro Girón había cercado la ciudad de Jaén, hasta el 22 de marzo de 1473. Durante el período transcurrido desde 1478, en el que se había expedido la carta de perdón a Teresa de Torres y a sus parientes, hasta 1492 y la conquista del reino nazarí de Granada, incluida la estancia de los reyes en Jaén, la situación de la familia de Miguel Lucas debió haberse estabilizado, a juzgar por una carta fechada en Medina del Campo a 26 de abril de 1494 por la que los Reyes Católicos hicieron merced al hijo del condestable, Luis Lucas de Torres, de un oficio de veinticuatro en la ciudad de Jaén, por renuncia de Pedro Sánchez de Berrio, a pesar de que Luis ya no estaba en la ciudad.

A partir de la prematura muerte del príncipe Juan en 1497, la carrera política de Luis de Torres en la corte se truncó aunque pasó a ser menino de los reyes. Don Luís comenzó a servir a una señora principal que se casó con un señor, grande de Francia, y como el príncipe Juan había muerto, Luis de Torres persiguió a esta señora hasta Francia donde ella lo volvió a rechazar ante lo que el hijo de Teresa decidió regresar a Jaén en 1499, y posteriormente se retira y toma los hábitos en el Monasterio de San Francisco del Monte de Córdoba, cerca de Adamuz.

Se inicia, pues en 1499, el final del poder de doña Teresa de Torres en la ciudad. Cuando su hijo decidió ingresar en el monasterio renunció a todos los cargos y privilegios que desempeñaba en el mundo laico. Sin un varón a su lado mediante el que ejercer su presión política y su prestigio social, la condesa de Torres debió sentir el final de sus propósitos. Acosada y cuando ya era evidente que ni siquiera su gran mayorazgo urbano iba a tener una perpetuidad en línea directa al quedar sin heredero posible, doña Teresa decidió abandonar la ciudad y buscó retraerse o esconderse de la vida laica en un convento. Bajo el anonimato de un nombre falso, disfrazada de labradora, acompañada por una o dos dueñas de su confianza que quisieron seguirla, y llevándose sólo unas cuantas de sus joyas para poder pagar su dote y el de las que la acompañaban, salió de la ciudad con dirección a la provincia de Córdoba, donde estaba su hijo, y de allí hacia Écija, donde hacia el año 1500 profesó como monja clarisa, en el convento de Santa Inés, donde también había estado hospedada Isabel la Católica durante unos meses. Profesó con el nombre de Sor Luisa de la Cruz. Durante su noviciado sor Luisa de la Cruz fue todo un ejemplo para sus compañeras. Estando de novicia en ese convento, se recibió la visita de los Reyes Católicos. 

Al año siguiente, cuando Isabel funda el 15 de septiembre de 1501 el Real convento de Santa Isabel en la ciudad de Granada, más concretamente, en la Alhambra, se acordó de Teresa, y como una manera más de gratificarle los servicios prestados a su causa, la envió como abadesa al convento. No obstante, y por los problemas que tenía la orden para instalarse en el lugar en que se había pensado, el convento tuvo que ser trasladado y se instaló en pleno Al-bayzin, sobre lo que había sido el palacio nazarí Dar al-Horra. Por eso, Teresa no se trasladó al convento hasta 1507, acompañada por una veintena de monjas. En ese período de tiempo, la reina había muerto (25 de noviembre de 1504) dejando por su testamento una cuantiosa dote a ese convento, para que lo gestionara su abadesa. Mientras tanto, Luis de Torres moría en 1510 en el mismo convento en el que había profesado. Ante la ausencia de descendencia masculina por vía directa, el mayorazgo de los Torres pasó a un primo de la condesa, don Fernando de Portugal, nieto, por una parte, del adelantado mayor de Andalucía y por otra de don Fernando de Portugal hijo del Infante don Dionís de Portugal y de Juana de Castilla, hija de Enrique II. En 1521, aunque no sabemos la fecha exacta, Sor Luisa murió tras agonizar durante un tiempo, diciendo que veía a San Juan Evangelista, San Francisco y a dos ángeles que eran sus hijos muertos. Fue enterrada junto a la reja del coro del convento de Santa Isabel, donde permaneció hasta que años más tarde su sepultura fue trasladada a la derecha del mismo coro, bajo el comulgatorio. 

Calle Molino de la Condesa Teresa Torres: Distrito Casco Antiguo - Barrio La Magdalena

Enlaces en la Red:


1.     http://andaluciainformacion.es/jaen/555570/calle-molino-de-la-condesa-teresa-de-torres/ “Calle ‘Molino de la Condesa Teresa de Torres’” Aurora Guzmán 10 diciembre 2015
2.     http://andaluciainformacion.es/jaen/545833/teresa-de-torres-goberno-jaen-25-anos-con-su-saber-hacer-/ “Teresa de Torres gobernó Jaén 25 años con su “saber hacer””. Aurora Guzmán. 4 noviembre 2015
3.          http://www.dipujaen.es/export/sites/default/galerias/galeriaDescargas/diputacion/dipujaen/igualdad-bienestar-social/genero/Descubriendo_una_ciudad_medieval.pdf “Descubriendo una ciudad medieval a través de su historia ignorada: Jaén y Teresa de Torres” María Consuelo Díez Bedmar
4.     http://condadodevillardompardo.blogspot.com.es/2009/08/historia-de-villardompardo-y-sus.html “Historia de Villardompardo y sus personajes durante el siglo XVI. El problema de la sucesión del título”
6. http://rmcg.es/wp-content/uploads/2021/06/CASA-DE-CONTRERAS-Jesus-Fernandez-de-Bobadilla.pdf  "Casas con presencia en la Real Maestranza de Caballería de Granada. Casa de Contreras que se asentó en Jaén" Jesús Fernández de Bobadilla Fernández de Bobadilla

Comentarios

  1. De Portugal nada. Los de Portugal eran primos segundos y condesa de Villardompardo menos que ese condado lo concedió Felipe II.

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