Juan Antonio Suanzes Fernández (1891 - 1977)


 

JUAN ANTONIO SUANZES FERNÁNDEZ (Ferrol -La Coruña-, 20 de mayo de 1891 - Madrid, 6 de diciembre de 1977)
General Inspector de Ingenieros Navales de la Armada; Ministro de Industria y Comercio (1945-1951); Fundador y primer presidente del Instituto Nacional de Industria; presidente del Patronato «Juan de la Cierva» (del Consejo Superior de Investigaciones Científicas).
Hijo de Saturnino Suanzes Carpeña quien perteneció al Cuerpo General de la Armada y  dedicado a la enseñanza; regentó la academia de preparación para el ingreso en la Escuela Naval de El Ferrol. Este antecedente familiar propició la incorporación de Juan Antonio a esta Escuela Naval con la categoría de aspirante de la Armada cuando solamente contaba con doce años (1903). Su rápida y brillante carrera militar le llevó a alcanzar los grados de guardia marina (1906), alférez de Fragata (1908) y alférez de Navío (1909), participando en diferentes campañas formando parte de la dotación de diferentes buques de la Armada: buque guardacostas Numancia, acorazado Pelayo.
Formaban parte de su promoción Alfredo y Luis Guijarro, José Crespo y Nicolás Franco Bahamonde, hermano de Francisco Franco, entre otros. En 1917 se graduó de ingeniero naval.
La actividad de Juan Antonio Suanzes como ingeniero de la Armada se desarrolló entre 1917 y 1922, centrándose principalmente en la docencia en la Escuela Naval que durante ese período se había trasladado desde El Ferrol (La Coruña) a San Fernando (Cádiz).
En ese tiempo se produjo su matrimonio con Joaquina (Tina) Mercader y Bofill (Barcelona, 28.I.1897 – Madrid, 6.IX.1973), hija del almirante Pedro Mercader, que supuso la unión de dos de las familias de El Ferrol con mayor protagonismo en la Armada.
En 1922, con sólo treinta y un años, y con la categoría de teniente coronel de Ingenieros de la Armada, decidió dar un nuevo giro a su carrera abandonando el estamento militar e incorporándose a la industria privada. Ya no volvería a tener mando militar alguno.
En 1908, se había creado la Sociedad Española de Construcción Naval (La Naval) con el patrocinio de empresarios e instituciones financieras vascas, y con la importante presencia de la empresa británica Vickers, la cual aportaba su experiencia industrial, responsabilizándose asimismo de la gestión de la empresa. La Naval había resultado adjudicataria del concurso de la Armada para el importante programa de nuevas construcciones. Suanzes formó parte de la organización de La Naval desde su abandono de la carrera militar en 1922 hasta el año 1934.
La trayectoria de Suanzes en La Naval le llevó en primer lugar a la dirección del astillero de Cartagena entre 1922 y 1926, época durante la cual se entregaron seis submarinos y tres destructores, para posteriormente responsabilizarse del astillero de El Ferrol en el período 1926-1932, participando en los proyectos de construcción de los cruceros Canarias y Baleares. Entre los años 1932 y 1934 su destino fue las oficinas de Madrid donde asumió la responsabilidad técnica del conjunto de los proyectos de la Compañía.  
En 1908, el diseño de los barcos, así como el 80% de las piezas y materiales eran importados. A Suanzes le preocupa una cosa: que La Naval dependa cada vez menos del aporte extranjero, concretamente de la compañía inglesa Vickers, con cuyos intereses entra en conflicto abierto en 1933-1934. Por esos años, sólo el 5% de las piezas de los barcos vienen del extranjero, y La Naval entra en competencia abierta con los astilleros ingleses. Un éxito de Suanzes fue la negociación de la venta de 15 cañoneras al gobierno mexicano en 1933.
Sin embargo, su situación en la empresa había ido deteriorándose poco a poco por sus discrepancias con el accionista inglés Vickers, el cual veía a La Naval prácticamente como un departamento propio. Esto chocaba con los sentimientos patrióticos de Suanzes, que entendía que la defensa nacional no podía quedar supeditada a las decisiones de socios extranjeros. Se ponía ya de manifiesto la filosofía autárquica de Suanzes, máxime en esta materia que afectaba a la soberanía nacional. Este deterioro desembocó en la salida violenta de Suanzes de la empresa —junto con una serie de ingenieros navales próximos a él—, lo cual generó cierto nerviosismo en los ámbitos políticos, llegando a tratarse el tema en el Parlamento ante la preocupación de que la salida de los técnicos españoles fuera consecuencia de un afán de la Vickers de controlar la política de defensa. En cualquier caso, la salida de La Naval fue para Suanzes traumatizante y condicionó su visión sobre la presencia de intereses extranjeros en la industria española.
En el período entre 1934 y 1936, Suanzes pasó a tener responsabilidades en la empresa privada (Boetticher y Navarro S.A.), en los momentos políticos complejos que desembocaron en la Guerra Civil. Frente a la huelga de junio de 1936, opta por el paro patronal, entonces prohibido, por lo que lo detiene la Dirección General de Seguridad. Al estallar el conflicto bélico, se encontraba en Madrid, y optó por refugiarse en la Embajada de Polonia, desde donde logró salir del país para, al poco tiempo, incorporarse a la zona ya dominada por las fuerzas franquistas, y en donde, por su relación personal con el general Franco, le fueron encomendadas determinadas gestiones militares. En octubre de 1937, se hizo cargo de la Comisión de Salvamento de Buques, organismo que se encargó de recuperar buques hundidos —civiles y militares—, muchos de ellos en los propios puertos, lo cual dificultaba el acceso a ellos.
El 2 de febrero de 1938 es nombrado ministro de Industria y Comercio en el primer gobierno del franquismo.
En el terreno de la política industrial, su ideología en ese momento estaba claramente condicionada por la situación bélica, aunque manifestaba que el Estado tenía que tener un protagonismo decisivo en la industria, tanto en la época de guerra como de paz.
En el primer caso, serviría para defender la independencia nacional y en el segundo aseguraría la optimización de la balanza comercial. Viva su experiencia en La Naval, y en medio de las dificultades de la Guerra Civil, Suanzes no ocultaba su defensa de la autarquía.
Hablaba de una autarquía total en las industrias militares, y parcial en los productos manufacturados, aunque en estos últimos el Estado habría de disponer de instrumentos para evitar tensiones en los intercambios internacionales. Pensaba que una autarquía más radical no era viable ya que, una vez superada la guerra, habría que dar salida a los excedentes agrícolas y mineros, y ello requeriría la firma de tratados comerciales con otros países. Asimismo, la reconstrucción de la industria dañada por la guerra pasaría necesariamente por la importación de maquinaria, utillaje y medios de transporte no disponibles en España.
En agosto de 1939, cesó en el Gobierno, pasando a responsabilizarse de la Dirección de Construcción e Industrias Navales Militares del Ministerio de Marina.
Esta etapa, que duró hasta septiembre de 1941 no fue trascendente en la biografía de Suanzes. Era una actividad que conocía bien, y aprovechó este período para corregir lo que él entendía como una anomalía, concretamente la presencia decisoria de Vickers en la construcción naval militar, asegurando que algunas de las factorías de esta empresa revirtieran al Estado. La tesis autárquica en las industrias militares cobraba su máximo esplendor.
Intenta organizar la producción, reconstrucción y abastecimiento hasta su cese el 11 de agosto de 1939. En 1939 y 1940, como ingeniero naval, organiza el rescate de gran parte de la flota militar española.
En 1941 es nombrado director del Instituto Nacional de Industria, (INI), organismo recién creado para canalizar la intervención del Estado en la industria, permaneciendo en este cargo hasta 1961. Su mandato como presidente del INI tuvo dos etapas, una primera entre 1941 y 1945, fecha en que fue nuevamente nombrado ministro de Industria y Comercio, manteniendo la presidencia vacante, y una segunda desde 1951, en que cesó como ministro, hasta 1963, año en que finalizó su actividad profesional.
En la primera etapa, predominó el proyecto autárquico.
Su preocupación fue la soberanía económica de España. El principio del INI es fomentar la industria en sectores no desarrollados por la iniciativa privada o de carácter estratégico. Para compensar la falta de petróleo, promueve un proyecto de destilación de pizarras bituminosas en Puertollano, pero éste no se concreta hasta 1950. Se encarga de desarrollar la marina mercante, la producción de aluminio, de energía eléctrica y de carbón, de automóviles. Siguiendo su rumbo de soberanía económica, se preocupa por rescatar el sector de telecomunicaciones de las garras de la compañía norteamericana ITT, a la que en 1924 fue concedida el monopolio de teléfonos. Aunque anterior a la creación del INI, también es artífice de la creación de la compañía aérea Iberia (1940). Cabe señalar que entonces, la parte del capital extranjero en las empresas del INI no podía superar el 24%. Desde su puesto de presidente, Suanzes encargó a Wifredo Ricart la creación de ENASA, cuna de la marca de camiones y automóviles Pegaso. Del INI también surgieron SEAT, ENDESA, ENSIDESA y (ENCASO, origen de la actual Repsol), entre muchas otras. En 1945 Franco le nombra de nuevo ministro de Industria, que conserva hasta la remodelación gubernamental de 1951.
En su nueva etapa ministerial, dedicó un importante esfuerzo a conseguir el apoyo financiero de los Estados Unidos, con lo cual se dio un paso importante en la internacionalización de la economía española. Además, propició por primera vez en 1949 la presencia extranjera en el capital de una empresa creada por el INI (CALTEX en Refinería de Petróleos de Escombreras S.A.), y apoyó la aportación tecnológica de FIAT en el desarrollo de SEAT, todo ello impensable en los inicios del INI. La evolución del pensamiento de Suanzes era evidente.
También había modificado sus reservas sobre la empresa privada, pasando a tolerarla, siempre que no se pusiera en peligro la industrialización del país.
Incluso llegó a desarrollar la llamada tesis de la temporalidad, lo cual suponía que si una vez desarrollado un proyecto por el INI apareciera un empresario privado interesado en tomar el relevo, el Instituto le cedería sus acciones y dedicaría esos recursos a otra iniciativa más necesitada. Pero en la práctica, eso no llegó nunca a suceder, ya que a Suanzes se le hacía difícil aceptar —contrariamente a lo que manifestaba públicamente—, que al INI le correspondiera la travesía del desierto para que luego un empresario se aprovechara del esfuerzo realizado. Por ello, la segunda etapa de Suanzes en el INI (1951-1963) estuvo plagada de desencuentros con la empresa privada.
La nueva política económica en vigor a partir de 1959 hizo más problemático el protagonismo del INI, lo cual, unido a dificultades de entendimiento con el general Franco, provocaron el cese de Suanzes al frente del INI en 1963. A partir de ese momento, mantuvo un alejamiento total del mundo de la empresa, interrumpiéndose asimismo su relación personal con Franco, al cual achacaba un insuficiente apoyo en sus últimos años al frente del INI. Pese a todo, por Decreto de 1 de octubre de 1960, Franco gratificó su gestión concediéndole la merced nobiliaria de marqués de Suanzes.
Fue miembro de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos Navales de Nueva York, de la Institución de Arquitectos Navales de Londres y de la Asociación de Técnica Naval y Aeronáutica de París. Recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.

Calle Marqués de Suanzes: Distrito El Valle - Barrio Las Lagunillas

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