Lope de Sosa y Mesa (1460 - 1520)



Baltasar del Alcázar





LOPE DE SOSA Y MESA
(Córdoba, 1460- Santa María de la Antigua, Panamá, 8 de mayo de 1520)

Nace en Córdoba, en la casa de los Sosas o Sousas, de la calle Almonas, cerca de la plaza de la Corredera. Los Soussa son de origen portugués; procedentes de Castilla apoyan al rey castellano Juan I en sus pretensiones al reino de Portugal, anuladas tras la batalla de Aljubarrota.

Su padre, Juan Alfonso de Sosa, caballero veinticuatro de Córdoba, justicia mayor, funda el mayorazgo de Rabanales. Se casa con Isabel Fernández de Mesa, hija de Alfonso Fernández de Mesa, alcaide de los Alcázares Reales, también veinticuatro de Córdoba.

Su infancia transcurre en Córdoba, en la época de Enrique IV y primeros tiempos del reinado de Fernando e Isabel. Se alista a la guerra contra los moros granadinos a las órdenes de Diego Fernández de Córdoba en 1483 y en 1489 al servicio del duque de Alba, Fadrique Álvarez de Toledo. Entre 1492 y 1496 estuvo en la corte siendo tutor de los infantes Jaime y Dinis.

Contrae matrimonio con Inés de Cabrera, hija de los señores de la Albolafia, Pedro Cabrera, alguacil mayor de la ciudad, e Inés Alfonso, teniendo seis hijos: Juan Alonso, Pedro, Juana, María, Isabel y Beatriz.

En 1500 fue nombrado alguacil de Jaén, viviendo "cerca de la Cuesta, en la calle Roma -actual calle Santiago, perpendicular a Almendros Aguilar-", cargo que mantendría hasta que la corte le nombró gobernador de Gran Canarias el 9 de mayo de 1504, llegando acompañado de su familia en 1505. Sus misiones fueron la de presidir las reuniones del Cabildo, juez principal de la isla, nombrar y cesar a sus ayudantes y auxiliares.También participa en el pleito entre los herederos del anterior gobernador. Fue nombrado alcaide de la torre emplazada en Santa Cruz de Mar Pequeña, fortaleza ubicada en territorio africano.

Hasta 1514 se ocupa en tareas gubernativas ordinarias. En 1517, llega su sucesor como gobernador de Gran Canaria, Pedro Suárez de Castilla.

Por entonces, Carlos I, quiere sustituir a Pedro de Árias Dávila (Pedrarias) en la gobernación de Castilla del Oro en Nueva España, y Lope de Sosa acepta. Es designado gobernador de Tierra Firme el 3 de marzo de 1519. A finales de marzo de 1520 sale de Canarias y llega al puerto de Darién el 7 de mayo de 1520; la travesía fue tan dura que enfermó y fallece antes de desembarcar en la madrugada del 8 de mayo.

Pero los giennenses lo recordamos, aparte de por ser nombre de la famosa revista "Don Lope de Sosa" que editó y dirigió Alfredo Cazabán, por ser el personaje principal de un poema de Baltasar del Alcázar llamado "Cena jocosa" en que se describe una cena de Lope de Sosa cuando ejercía de alguacil en Jaén, si bien parece ser que Baltasar nunca estuvo en la ciudad de Jaén y tampoco pudieron coincidir ambos personajes dado que Lope de Sosa fallece en 1520 y el poeta Baltasar del Alcázar nace en 1530.

"Cena jocosa"

En Jaén, donde resido,
vive don Lope de Sosa,
y direte, Inés, la cosa
más brava d'él que has oído.

Tenía este caballero
un criado portugués...
Pero cenemos, Inés,
si te parece, primero.

La mesa tenemos puesta;
lo que se ha de cenar, junto;
las tazas y el vino, a punto;
falta comenzar la fiesta.

Rebana pan. Bueno está.
La ensaladilla es del cielo;
y el salpicón, con su ajuelo,
¿no miras qué tufo da?

Comienza el vinillo nuevo
y échale la bendición:
yo tengo por devoción
de santiguar lo que bebo.

Franco fue, Inés, ese toque;
pero arrójame la bota;
vale un florín cada gota
d'este vinillo aloque.

¿De qué taberna se trajo?
Mas ya: de la del cantillo;
diez y seis vale el cuartillo;
no tiene vino más bajo.

Por Nuestro Señor, que es mina
la taberna de Alcocer:
grande consuelo es tener
la taberna por vecina.

Si es o no invención moderna,
vive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna.

Porque allí llego sediento,
pido vino de lo nuevo,
mídenlo, dámenlo, bebo,
págolo y voyme contento.

Esto, Inés, ello se alaba;
no es menester alaballo;
sola una falta le hallo:
que con la priesa se acaba.

La ensalada  y salpicón
hizo fin; ¿qué viene ahora?
La morcilla. ¡Oh, gran señora,
digna de veneración!

¡Qué oronda viene y qué bella!
¡Qué través y enjundias tiene!
Paréceme, Inés, que viene
para que demos en ella.

Pues, ¡sus!, encójase y entre,
que es algo estrecho el camino.
No eches agua, Inés, al vino,
no se escandalice el vientre.

Echa de lo trasaniejo,
porque con más gusto comas;
Dios te salve, que aís tomas,
como sabia, mi consejo.

Mas di: ¿no adoras y precias
la morcilla ilustre y rica?
¡Cómo la traidora pica!
Tal debe tener especias.

¡Qué llena está de piñones!
Morcilla de cortesanos,
y asada por esas manos
hechas a cebar lechones.

¡Vive Dios, que se podía
poner al lado del Rey
puerco, Inés, a toda ley,
que hinche tripa vacía!

El corazón me revienta
de placer. No sé de ti
cómo te va. Yo, por mí,
sospecho que estás contenta.

Alegre estoy, vive Dios.
Mas oye un punto sutil:
¿No pusiste allí un candil?
¿Cómo remanecen dos?

Pero son preguntas viles;
ya sé lo que puede ser:
con este negro beber
se acrecientan los candiles.

Probemos lo del pichel.
¡Alto licor celestial!
No es el aloquillo tal,
ni tiene que ver con él.

¡Qué suavidad!¡Qué clareza!
¡Qué rancio gusto y olor!
¡Qué paladar! ¡Qué color,
todo con tanta fineza!

Mas el queso sale a plaza,
la moradilla va entrando,
y ambos viene preguntando
por el pichel y la taza.

Prueba el queso, que es extremo:
el de Pinto no le igual;
pues la aceituna no es mala;
bien puede bogar su remo.

Pue haz, Inés, lo que sueles:
daca de la bota llena
seis tragos. Hecha es la cena;
levántense los manteles.

Ya que, Inés, hemos cenado
tan bien y con tanto gusto,
parece que será justo
volver al cuento pasado.

Pues sabrás, Inés hermana,
que el portugués cayó enfermo...
Las once dan; yo me duermo;
quédese para mañana.

Calle Lope de Sosa: Distrito Este - Barrio Egido de Belén

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